26/04/2020 "Si te gusta el rosado es porque no te gusta el vino”, “un rosado no es ni blanco ni negro", "el rosado es un vino de mujeres", y podríamos seguir con infinidad de frases despectivas sobre los vinos y cavas rosados. Como casi todas las afirmaciones despectivas en la vida, son provocadas por la ignorancia y la falta de interés. Porqué el mundo los rosados es, ciertamente, complejo, rico y muy diverso. Sólo hay que conocerlos y saber tomarlos en el momento adecuado para disfrutar plenamente. Porque, creednos: lo merecen!

Los vinos rosados se elaboran habitualmente con uvas tintas. La maceración (contacto del mosto o zumo de uva con las pieles) es lo que provoca que los taninos, el colorante natural de la piel de uva, tiña el mosto y adquiera este tono rosado. La clave está en hacer que esta maceración dure el tiempo imprescindible para que el futuro vino obtenga el color que queremos: si hacemos una maceración corta, obtendremos un vino "color de piel de cebolla", si la hacemos más larga obtendremos un rosado más intenso, y si la alargamos en exceso, ya obtendremos un vino tinto.

Tras la maceración, el vino sigue procesos de elaboración similares a los del vino blanco, pero los enólogos coinciden en la dificultad extra de elaboración de estos vinos debido a su delicadeza.

En cuanto al aroma y al sabor, acostumbramos a encontrar notas afrutadas que van desde la fresa o la cereza, la naranja, el arándano, la frambuesa, o incluso el tomate o el pimentón. También es habitual encontrar pinceladas de flores y hierbas mediterráneas.